En el mes de las juventudes: retos, desafíos, oportunidades…

En el mes de las juventudes: retos, desafíos, oportunidades…
Política
Agosto 27, 2018 00:43 hrs.
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Erick Vargas › Emmanuel Ameth Noticias

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A propósito del mes de las juventudes y en el marco del Día Internacional de la Juventud que se celebró el pasado 12 de agosto, vale la pena detenerse un momento y reflexionar acerca de algunos de los principales retos que enfrenan los jóvenes en nuestro país.

De acuerdo con estadísticas del INEGI, la población que se encuentra entre los 15 y 29 años es de 31.9 millones de personas, esto representa el 25.8% de la población nacional, pero si agregamos a este sector la niñez mexicana prácticamente más de la mitad de la población (65.3 millones de mexicanos), tienen menos de 29 años. Lo anterior es significativo porque en términos generales, México es un país de jóvenes.

Visto en perspectiva, figuran en la agenda nacional, al menos, cuatros temas prioritarios que deben ser atendidos si se desea sacar del olvido y la exclusión a este sector poblacional, iniciamos con el rubro educativo.

El documento denominado El Panorama de la educación 2017, elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), revela que las personas entre los 15 y 29 años que no estudia ni trabaja oscila el 23.2%, ello representa un aumento porcentual en relación con el año pasado. Asimismo, el estudio alerta que México sigue siendo una de las naciones con mayor rezago educativo, particularmente en el nivel medio superior y superior, por ello la mayoría de los diagnósticos coinciden en que se debe atender con urgencia dicha problemática.

En cuanto a la tasa de desempleo, también encontramos un aumento conforme se eleva el nivel educativo de las personas, colocando en una paradoja a la población productiva del país, pues a mayores estudios en teoría debería corresponder un mayor ingreso, pero lo que sucede en los hechos es que existen menos posibilidades de acceder a un trabajo digno y bien remunerado; ello sin mencionar que más del 50% de la población juvenil se encuentra desempleada, el resto tiene empleos precarios y mal pagados, y el déficit de empleos equitativos para la mujer sigue siendo alto en comparación con otros países de la OCDE.

Las consecuencias de esta situación es que por décadas se ha desaprovechado el bono demográfico de los jóvenes, afectando con ello la competitividad, la productividad y el desarrollo del país.

Ahora bien, si extraemos la problemática por sectores sociales, los datos que proporciona el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), revelan que ser joven en México te hace proclive a caer en situación de pobreza, sin embargo, este escenario puede empeorar si incorporamos otros aspectos. Por ejemplo, ser joven y vivir en una zona rural, o bien; ser joven, pertenecer a una comunidad indígena, hablar una lengua originaria y además ser mujer. Si sucede todo lo anterior prácticamente existe un destino manifiesto que coloca a los jóvenes en un contexto de alta vulnerabilidad y de estigma social.

En este sentido, la falta de oportunidades y la pobreza constituyen un ciclo multigeneracional que los gobiernos y la clase política no han podido o no han querido romper. Las escasas iniciativas que se han llegado a implementar han fracasado debido a diversos factores, entre ellos, no conocer cuales son las raíces y causas del problema.

Por ello es importante comprender que la juventud mexicana no es homogénea ni estática, todo lo contrario, es plural, diversa y llena de expresiones y manifestaciones, y con necesidades muy distintas. Entender y atender a la población joven con base en esta evidencia, permitirá diseñar diagnósticos y criterios más específicos y con ello la posibilidad de tener resultados positivos en el corto, mediano y largo plazo.

Se debe reconocer que el contexto que vive un joven de una zona rural es distinto al que vive en una zona urbana. Parece una obviedad, pero para la mayoría de los tomadores de decisiones pasa desapercibido. Lo anterior se ve reforzado bajo la espiral de violencia que padece nuestro país, en donde afecta a prácticamente todos los mexicanos, pero preponderantemente a los más jóvenes, veamos algunas cifras.

De lo que va del 2013 al 2016 se han perpetrado cerca de 31 mil 357 homicidios contra personas jóvenes, esto representa el 35.7% del total nacional. Por su parte estudios de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) apuntan que cerca de 30 mil niños y jóvenes mexicanos han participado en actividades delictivas, esto repercute de manera sensible cuando obervamos que La Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco 2016-2017, identifica un aumento del consumo de estupefacientes del 47% entre la población de 16 a 67 años.

Si analizamos estos datos podemos encontrar una correlacion entre pobreza, adicciones y violencia. En cualquier escenario los que se encuentran en la línea de fuego ya sea como víctimas o victimarios son personas jóvenes, incluso niños. Este recrudecimiento de la violencia no se puede explicar si no es por el abandono y descomposición del Estado mexicano. Por lo anterior resulta imperativo quitar los insumos a la delincuencia organizada, que son precisamente la marginación y falta de oportunidades, ello es clave para fracturar el circulo vicioso y que los jóvenes no sigan siendo presas del narcotráfico. Los especialistas argumentarán que no es suficiente, pero es un primer paso que se debe dar. Aunado a lo anterior es importante considerar ejes transversales de trabajo, subrayo seis.

1. Un factor clave es la inclusión, mientras no se acorte la brecha de acceso a más y mejores oportunidades seguirán existiendo rezagos a nivel multiescalar.
2. El reconocimiento pleno de derechos y su cumplimento, contribuyen a combatir la marginación y las distintas vulnerabilidades que persisten en zonas rurales y urbanas.
3. La perspectiva de género y juventud es uno de los grandes pendientes en el diseño de la mayoría de las políticas dirigidas a este sector.
4. El reconocimiento de la pluralidad y la diversidad es importante para generar contextos más equitativos y en igualdad de condiciones.
5. La recuperación del espacio público por medios programas culturales, deportivos y sociales es el crisol que abre la oportunidad para reconstruir el tejido de la comunidad y de la familia.
6. Asimismo, se debe fomentar la participación y empoderamiento de los jóvenes en las iniciativas y proyectos que tengan que ver con su acontecer diario. Sólo escuchando a los principales implicados en la problemática sabremos cuales son sus necesidades y demandas.
7. En resumen, una gran apuesta a los jóvenes es una gran apuesta a México, nuestro presidente electo lo sabe, por ello esta nueva etapa que inicia abre la oportunidad para trabajar con determinación y empeño en la erradicación de la marginación, la exclusión, la violencia, la desigualdad y otros tantos males que aquejan a una generación llena de esperanza.
Está en nuestras manos la tarea urgente de reactivar y potenciar una de las riquezas más grandes que tiene un pueblo: sus jóvenes.

Erick Augusto Vargas Noria

Maestro en Comunicación y Política- UAM-Xoc
Especialidad en Análisis Político- UNAM- FCPyS
Licenciado en Política y Gestión Social-UAM-Xoc
Diplomado en Comunicación Política y Campañas Institucionales IIS-UNAM
Diplomado. Planificación Participativa en Procesos de Cambios Estructurales CEPAL-CHILE

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