El Disidente
Mictlantecuhtli
Por Antares Cervantes
Los mexicanos somos un pueblo que goza de una magna identidad cultural, tenemos una extensa muestra de valores, costumbres y tradiciones, dignas de respeto y admiración, es un orgullo conservar en la actualidad celebraciones heredadas por nuestros ancestros, actos que fomentan nuestras raíces y logran unirnos en fechas significativas. El día de muertos en México, es una conmemoración de las más importantes a nivel nacional, se tiene la creencia de que nuestros seres queridos ya fallecidos nos visitan durante todo un día, para festejarlos se les da una bienvenida con flores, velas, comida, altares y todo tipo de rituales en su conmemoración. Se vive de diferentes maneras de acuerdo al lugar, cada familia tiene su propia verbena y forma de honrar a sus difuntos. Para la escatología prehispánica de nuestro país, desde la cultura madre ya se tenía la idea de que había vida después de la muerte, este pueblo originario ya realizaba ceremonias por los decesos que ocurrían, incineraban y enterraban los cuerpos de sus muertos, dependiendo de su estatus a los restos funerarios se les colocaban diferentes ofrendas que iban desde lo humilde a lo exuberante, muchos de estos cultos hasta nuestros días no han quedado comprobados o comprendidos y han recaído en suposiciones. En la creencia de algunas de nuestras civilizaciones se pensaba que el bien y el mal definían el desenlace de cada individuo conforme al comportamiento que realizaba en vida, de acuerdo a esto, el difunto terminaría la eternidad en lo que hoy conocemos como cielo o infierno, para otras culturas el desenlace del fallecido dependía de la manera en que moría. Desde hace siglos la muerte ha sido representada por una calavera ya que un cuerpo humano al fallecer después de su descomposición unicamente queda su estructura ósea. En el México antiguo Mictlantecuhtli era conocido como el dios azteca de la tierra de los muertos y señor de la oscuridad, se encargaba de administrar la verdadera muerte y era una deidad muy conocida, prácticamente se le adoraba en todo Mesoamérica, era muy imponente ya que también era el gobernador del Mictlán, el inframundo, a donde las personas llegaban al morirse. El paso de los muertos por el infierno mexica de acuerdo con su cosmogonía no era sencillo pues era un camino en el que dos montañas chocaban entre sí, había un viento cortante con navajas en el aire, ríos subterráneos, ocho niveles y llevaba 4 años la travesía para finalmente ver al señor de las sombras. En la época prehispánica la muerte era una realidad en su cohabitar, en su pensamiento no existía separación entre la vida y la muerte, en su ciclo cosmogónico así integraron la muerte como una circunstancia más del devenir, aseguraban que al morir se renace. En Las figuras encontradas de Mictlantecuhtli se le muestra con una máscara en forma de cráneo, con la mandíbula abierta para recibir los astros que ahí caían al terminar el día, su postura es de ataque y con garras, piel desgarrada, hígado colgando, cabello encrespado, cuerpo de huesos humanos y un sol negro en la espalda, el sol de los muertos. Los españoles intentaron eliminar la tradición del día de muertos pero no pudieron, la realidad es que los mexicanos no le temen a la muerte ya que saben que es un fin inevitable, muchos dicen que lo único seguro que se tiene al nacer es morir. El dios azteca de la tierra de los muertos se ha vuelto una deidad en contradicción, arqueólogos han encontrado imágenes de Mictlantecuhtli cortando con un cuchillo de pedernal el cordón umbilical de los recién nacidos, comprobando que se encontraba auspiciando la vida y administrando la muerte, demostrando que su devenir es real, cuando se nace se muere y cuando se muere se nace, se dice que solo en México los vivos matan y los muertos viven.
