Palacio

-La ira debe exteriorizarse -No puede haber prudencia con ego -Justo y necesario buen deseo, pero….

-La ira debe exteriorizarse
-No puede haber prudencia con ego
-Justo y necesario buen deseo, pero….
Política
Febrero 05, 2020 09:56 hrs.
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Mario Angel Diaz › Líderes Políticos

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PALACIO
Por Mario Díaz

Séneca, ira y prudencia

-La ira debe exteriorizarse
-No puede haber prudencia con ego
-Justo y necesario buen deseo, pero….

POR considerarlo de interés general, abordaremos un tema plasmado En las Nubes cuyo autor es al decano del periodismo nacional, don CARLOS RAVELO GALINDO.

Afirma en su texto publicado el 20 de enero del año en curso: Ante tantos reclamos escritos, un pensamiento de Séneca. Nos confirma que es mejor prudencia que ira. Y lo externamos literalmente.

’El iracundo o el ser colmado de ira, cólera u odio que, incapaz ya de contenerse, estalla y expresa sus sentimientos sin prudencia, puede ser ridiculizado fácilmente.
Pero también puede ser digno de compasión.
Cómo es que ha logrado contener su ira, alimentarla, ocultarla, para que, en un momento de descontrol, patee una pared, dé un manotazo en la mesa, destripe un perro o agreda a otra persona.
Aquí la ira se transforma en gesto, en teatralidad profunda y, de alguna forma, se suaviza después de ese repentino y necesario desahogo’.

Pero…¿quién es Séneca, qué es la ira y qué es la prudencia?

LUCIO ANNEO SÉNECA, fue un filósofo estoicista de gran notoriedad durante el imperio romano que demostró mayor interés por la ética y la psicología, especialmente por los efectos de la emocionalidad excesiva, lo cual plasmó en sus obras en verso y prosa. La filosofía estoicista se basa en el dominio de las pasiones y de una vida basada en buscar la felicidad.

La IRA es una conjunción de sentimientos negativos que genera enojo e indignación. La psicología recomienda exteriorizar la ira de alguna manera, para evitar que ésta devenga en enfermedad. También, la ira es considerada en el catolicismo como uno de los siete pecados capitales y es capaz de llevar a un individuo al suicidio o a la autoflagelación.

La PRUDENCIA es la virtud de actuar de forma justa, adecuada y con cautela, respetando los sentimientos, la vida y las libertades de las demás personas, pero también es la cualidad de conducirse con un lenguaje claro, cuidadoso y acertado; con sensatez, con moderación y reflexión.
Antiguamente, los egipcios solían representar a la prudencia como una serpiente de tres cabezas (de león, de lobo y de perro). Creían que el individuo debía tener la astucia de las serpientes, el vigor y la fuerza de los leones, la agilidad y la rapidez de los lobos y la paciencia propia de los perros.

Y, efectivamente, es muy ilustrador el pensamiento del filósofo durante el imperio romano.

Sin embargo, ¿quién en su sano juicio tolera insultos verbales, gesticulaciones o el calificativo de cobarde sin que lo invada la ira y, en consecuencia, pierda el control? Tal vez por ello la psicología recomienda exteriorizarla.

Hay quienes tratan de ocultar la ira, cólera o coraje e intentan camuflajearse con la virtud llamada prudencia. Nada más apartado de la realidad, cuando, a pesar de la ’prudencia y sabiduría’, se dedican denostar, descalificar y hablar mal del prójimo en un intento desesperado por encubrir sus acciones deshonestas. El tirar la piedra y esconder la mano es un añejo recurso que emplean quienes se resisten a dar la cara y dirimir las diferencias.

Desde otra perspectiva, es preferible ser iracundo y defender con valentía ideales y posturas que navegar con bandera de prudente, pero contaminado por la egolatría, el narcisismo y la hipocresía.

Por cierto, derivado de un actual problema de corte gremial, han surgido dos opiniones respetables y respetadas: una, que sugiere la intervención conciliadora de quienes poseen alta autoridad moral para intentar dirimir la diferencia y, otra, que sostiene que en esas situaciones no se debe ni se puede intervenir, solo lamentarlo.

Es decir, por un lado, la unidad a través de la conciliación y, por el otro, la comodidad de la zona de confort.

Por obvias razones, ante la polaridad de criterios, es preferible que cada quien saque sus propias conclusiones.

Al final de En las Nubes de don CARLOS RAVELO GALINDO un pensamiento que bien vale seguir al pie de la letra: No olvidemos que el perdón proviene de un temperamento o sustancias reales, no nada más de un pacto para evitar el daño.

Y subraya:
Vaya.
Para que amigos, compañeros, colegas, escritores y etcétera nos entiendan:
La amabilidad es un claro exponente de la madurez y grandeza de espíritu. Y tiene carácter universal.
Esperamos, con la mano extendida y un abrazo recíproco, la conciliación de nuestros amigos, colegas y compañeros. Ojalá.

Excelente y sabia reflexión y deseo del decano del periodismo nacional.

Aunque, tal vez don CARLOS desconozca que desde hace meses una extremidad superior-por fortuna no contaminada por el rencor-estaría en esa posición en espera de una actitud similar.

Y hasta la próxima.
mariodíaz27@prodigy.net.mx

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