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Crónica de una muerte (legislativa) anunciada

Crónica de una muerte (legislativa) anunciada
Política
Septiembre 12, 2018 09:50 hrs.
Política ›
Enrique López Rivera › Emmanuel Ameth Noticias

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Después de la accidentada sesión del Congreso del Estado de Hidalgo del pasado 11 de septiembre de 2018; queda una conclusión muy clara, ese órgano de representación tiene clausurada la capacidad de diálogo.

Es lamentable que los diputados locales (léase: representes populares) hayan utilizado ese espacio como plataforma para exhibir sus frustraciones políticas. Hay que decirlo fuerte y claro, los ciudadanos no queremos un órgano legislativo que sea secuestrado por la soberbia de llevar a la máxima tribuna, viejos pleitos y rencillas personales. Los hidalguenses esperamos que nuestros representantes trabajen en un contexto de nueva distribución del poder político.
Pero lejos de eso, lo que se vivió anoche en el Congreso del Estado, muestra lo miserable que es la política local. Por un lado, los cientos de grupos ligados al PRI (hay fotos, videos y varias evidencias gráficas que así lo pueden corroborar) abarrotaron el resiento legislativo con la única intensión de amedrentar a los adversarios políticos. Sus gritos, descalificaciones y alaridos conducen – sin escalas - a la desesperación del más moderado.

Pero también, hay que reconocer, que los diputados no tenían la mínima intensión de escuchar a sus pares y tratar de llegar a los acuerdos respectivos que destraben la parálisis legislativa. Por lo contrario, a juzgar de su comportamiento los representantes del PRI y de Morena iban dispuestos a aferrarse en su punto de partida: no ceder, no dialogar, no claudicar en el intento de ser los protagonistas de la noche.

Bajo estos parámetros ya no hace falta decretarlo oficialmente; en Hidalgo no hay condiciones de gobernabilidad. No existe la posibilidad de tener un poder legislativo que genere acuerdos. No hay ni un pequeño resquicio que permita conciliar entre dos partes que no están dispuestas a ceder. Porque hay que recordar que la negociación implica ceder. Pero nada de eso se permiten los dos liderazgos políticos locales actualmente enconados.

Esta noche he escuchado en la tribuna del Congreso Local arengas de todo tipo. Muchas de ellas obedecen al calor del momento y no tienen mayor trasfondo. Pero la que me llamó poderosamente la atención es la que algunos grupos repetían con fuerza: ¡fuera porros! ¡Fuera porros¡ ¡fuera porros¡ La referencia tiene un sentido estrictamente doméstico. Se relaciona a un grupo de diputados de Morena con el personaje fuerte de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, Gerardo Sosa Castelán. Quien, a juzgar de varios analistas, tuvo un pasado ligado al vandalismo. Pero curiosamente los que gritaban aquella descalificación eran los mismos que estaban tomando la tribuna, agrediendo a los diputados de Morena, empujando a los policías que trataban de mantener el orden (sin ningún resultado), los que amenazaron con ir por el diputado que presidía la sesión con la finalidad de que retomara el orden del día, los mismos que en un arranque trozaron el micrófono de la tribuna para que ya no existiera la posibilidad del diálogo.

Así las cosas dentro del recinto legislativo, que vuelve a mostrar su peor cara por la imposibilidad de llevar a la mesa de diálogo, la pluralidad política que tiño al estado y al país entero el pasado primero de julio.

Enrique López Rivera
@2010_enrique
lore750715@gmail.com

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