La Venus de los perversos. Capítulo IV


La Venus de los perversos. Capítulo IV
Cultura
Abril 24, 2020 19:25 hrs.
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Magda Bello, Premio Internacional de Poesía Rubén Darío › Líderes Políticos

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II Epístola de Lucca

’Exhorto ante todos a los hermanos de Roma, que no bebáis agua de los pozos, contienen metal, afecta las células nerviosas causando docilidad y sumisión, bebed vino. Y sobre todo hijo mío prescinde del camino de los cuervos, sustraen tu silencio para entregar tu inocencia, escapa de la confesión’


Venecia, 1516

Venecia, 1516

La turba de perversos gritaba en el espectáculo de llamas, el cuerpo de Georgina Perraza se calcinaba ante el público que en su mayoría hombres miraban con alivio y terror el triunfo del bien sobre el mal. La noche que los perversos la atraparon, llevaba consigo una carta dirigida a los hermanos de Macedonia lugar donde mi madre recibió el bautismo en agua como Cristo lo instituyó a sus apóstoles. Después de pasar la noche en un calabozo la condujeron a una cámara de tortura donde aparecía el ejecutor cubierto su cabeza con una capa blanca, ella se rehusó a pedir perdón por sus actos, la desnudaron, torturándola con unos pinchos, traspasándole su vagina hasta extraer su útero y que el anticristo no naciera en sus entrañas. Ahí, estaba el fraile Bartolo de Mendoza especializado en herejía y un notario público, escribiendo una nota meticulosa no solo de lo que la mujer profería, voces, lamentaciones pidiendo piedad. Aquel informe que leí con mis propios ojos estaba sobrio con una liturgia protocolaria sin ánimo de conmover a su lector. Para entonces yo era el asignado por el arcipreste de la Basílica de San Marcos como primer canónigo de la capilla palatina del dogo de la República de Venecia y como pintor representativo de aquella monumental acrópolis. Podía acceder a ciertos documentos privados.



A Perraza originaria de Córcega, no tenían derechos de enjuiciarla en Venecia, la Santa Sede se ha atribuido el honor de regar cenizas por toda Europa, cimentar una imagen de vaticanum en cada ciudad como el que está construido en Roma precisamente donde fue el Circo de Nerón, lugar que martirizaban a los cristianos. No me atrevería a pintar aquella brutal escena cuando al calor de los primeros leños hacían retorcer sus extremidades, no he visto una muerte más cruel que ese acto tan cobarde, la iglesia se ha convertido en un poder despótico que usa su pretendida investidura divina para gobernar con mano de hierro y llenar sus cofres haciendo uso de incontables medios de extorsión vendiendo absoluciones, indulgencias, oficios religiosos, llaman a los fieles a la iglesia solo para predicarles la santidad de sus dogmas, hacen de los sacramentos un mercado, esto desde el Papa hasta el cura de las aldeas.

Impensable que no les permiten enterrar a sus muertos, bautizarlos, absolverlos de pecado sin antes recibir la compensación en monedas. Con la cual levantan sus edificios como la torre de babel con arquitecturas majestuosas, imágenes blasfemas, símbolos helenos, grabados subliminales.



Estos terribles hechos han originado que un grupo de seguidores husitas exhorten a la gente a que no paguen los diezmos, que nieguen el purgatorio cuya invención ha servido al clero como fuente de lucro por medio de misas pagadas y ventas de indulgencias. La acusación de herejía fue provista para atacar toda forma de insubordinación social o política, inclusive sexual, es un odio garrafal en contra de las mujeres, esto porque la mayoría de la curia gustan de hombres, se acuestan entre ellos, tanto así que, a ellas, les regulan su comportamiento sexual haciendo de este un objeto de vergüenza hasta el punto de construir cánones sexuales eclesiásticos, expulsarlas de cualquier movimiento litúrgico y administración de los sacramentos. Hasta el punto de hacer una gran magistral diferencia entre el matrimonio y el concubinato, declarando el primero como un sacramento que no lo puede disolver ningún poder terrenal con limitaciones sobre el acto sexual, esto cada vez inaguantable. Georgina Perraza fue acusada falsamente de pactar con el diablo, de mantener relaciones carnales con él. ¡Quisiera saber el nombre de ese diablo, fraile, obispo o rico bancario que abusó de ella dejándola preñada para luego con sigilo deshacerse de su víctima!, no les bastó con eso, le sumaron que protagonizaba orgias, de curar a la gente con hierbas que solo ella conocía y, sobre todo, por ser mujer. Venecia ha caído en una atmósfera de secretos, las noches es el puente para los oficiales e indagadores que persiguen con saña a herejes y brujas que poseen algún tipo de bienes, para luego confiscarlos y atribuirlos a la iglesia.



- Consternado ante su primer relato, me acomodé exactamente frente a la chimenea que emanaba gases carbónicos, esto ocasionaba que el anciano tosiera excesivamente, cubriendo su rostro, con su capa negra, parecía que la peste había inmortalizado sus huesos, su voz entrecortada era el enigma de tan avasallada obra. No regresaría esa noche al Château de Lyon.

Se dirigió a mí con unas cartas sacadas por debajo de su manga derecha, no eran legibles, escritas de antaño. No osé preguntarle, mi boca sellada como una tumba permitiendo así que la historia cobrase vida a través del repaso de sus letras.

Aquel anciano leía lo que parecía un testamento más que una epístola, reubicó la historia sin reparos, treinta, cuarenta, cien años atrás. Y aunque no me importaba el juicio de aquella mujer, estaba ansioso por saber que contenían aquellos manuscritos dirigidos a un joven pintor llamado Ubaldo, escrito por un tal Lucca….

1479 d.C II Epístola a Ubaldo

“Hijo mío prescinde del camino de los cuervos, sustraen tu silencio para entregar tu inocencia, escapa de la confesión”

Hermano y compañero de las milicias espirituales. Doy gracias a Dios que siempre me acuerdo de ti. Te encarezco que recibáis como hermano al buen amigo Atilio. Ha sido útil su estancia conmigo, le he avisado que eres de pocas palabras, que huyes sentarte en mesa de escarnecedores y no consientes el pecado ajeno. Te advierto que Atilio aborrece nuestra sana doctrina, espero le persuadas por el angosto camino de la gracia. Si de algo te es molesto ponlo a mi cuenta, no obstante confío será de ayuda su compañía, es un pintor de oficio y conoce a los Médici. Procura venir pronto a verme porque algunos como Valerio y Pio me han desamparado marchándose a Galacia, sólo Piero ha quedado conmigo. Cuida de regresar antes del invierno cuando el cielo esté sombrío, el camino cenagoso y sea demasiado tarde.

“Exhorto ante todos a los hermanos de Roma, que no bebáis agua de los pozos, contienen metal, afecta las células nerviosas causando docilidad y sumisión, bebed vino.” Lucca. (Mensajero de la palabra que nos fue dada mediante revelación divina).

- Por la reducida calle que conducía a mí taller en el amanecer brumoso de un primero de abril, me visitaba un varón enviado por el cielo para que fuese compañía en mi aislamiento, gozaba de abundante barba, porte celta, una nariz que le guindaba hasta su boca, me pareció un poco presumida su aparición al escuchar fuertes taconcillos golpeando la calle que conduce a mi vera.

- ¡Bienvenido a mi humilde taller! Con tu presencia he cotejado que Luca se encuentra bien, es como el hermano que nunca tuve. “Acá tienes que caminar con cuidado, estas escaleras están arruinadas, es el paso del invierno que no perdona”, en cuanto pueda le escribiré que has arribado sano y salvo. ¿Seguro te habló un poco de mí?

- Si permites presentarme soy Atilio Cirino, pintor, mujeriego, mi escuela ha sido Italia y Flandes ahí desarrollé un nuevo estilo, con temas profanos, desnudos y retratos de monarcas. En la escuela florentina primero dibujé, luego pinté. Me afirmó Lucca que tu preeminencia ha sido la del color, por tu influjo veneciano.

Atilio era un joven apasionado por el cuerpo humano, según me relató, nació en una región del norte de España, pero sus padres eran griegos, aunque su fisonomía no eran tan exactas a los dioses paganos tenía un aire principesco, vanidoso, no paraba de hablar de sí mismo. Llegó a Venecia junto a una flota de mercaderes procedentes de África trayendo consigo una carta de mi amigo Lucca.



- Ciertamente me apasiona el arte figurativo, la teoría de la concepción del mundo apegado a los pensamientos de Platón y Aristóteles con ello he desarrollado la óptica, la perspectiva, el concepto de proporción, luminosidad, esencia de colores, es un no acabar con las ciencias.

- ¡Vaya!, ¡Vaya! Os veo animado tienes amplia madurez intelectual, jajajaj.- Su carcajada molestó mi buena voluntad. Atilio se dirigió a mí con tono de burla restando valor a mis consideraciones.

- Tu mojiganga, molesta. El arte pictórico no se estudia sin antes observar, seleccionar, reproducir, todo está aquí en esta cabeza, si descuidamos las técnicas estaríamos ante la decadencia del arte, sería espinoso- refuté con la seriedad que me caracteriza, entre tanto el visitante pasaba de una conversación a otra denotando una marcada fluctuación iletrada.

- ¡Hermosa basílica! Si mal no recuerdo es la de San Marcos – expresó Atilio acercándose a la orilla de mi ventana con tono de fastidiosa admiración.
- ¡Por dios Atilio, que vista la que tienes! es lo primero que advierto cuando despierto, esas cinco fachadas decoradas con mármoles en esculturas; ¿Ves la central? con magníficas arquivoltas esculpidas. ¿Lográis visualizar esa puerta de bronce? es de estilo bizantino. Los mosaicos de las portadas laterales narran el traslado del cuerpo de San Marcos, es mi fascinación ver ese aspecto primitivo de la Basílica. El remate es de estilo gótico florido veneciano. Posee una terraza donde se exhiben las copias de los Cuatro caballos en cobre dorado, trabajo griego posiblemente de los siglos IV-III antes de Cristo y que fueron transportados por los venecianos desde el Hipódromo de Constantinopla en 1204, seguido de la conquista, durante la Cuarta Cruzada. Los legítimos se encuentran en la Galería de la Basílica, en el primer piso del interior del templo. Cuando puedo me entremeto en el edificio, uno de los frailes es amigo mío, me ha invitado a subir hasta el balcón, desde allí alcanzo admirar la gran plaza de San Marcos frente a la más pequeña, la Piazzetta-



-Será un honor acompañarte Ubaldo, los detalles me impresionan…Déjame disfrutar lo que mis ojos ven, no solo la basílica, tienes un exquisito panorama- exclamó Atilio cuando vio por la ventana una agraciada veneciana.

- ¿Te refieres a Antonelli?, es una cortesana muy joven, cada mañana pavonea insinuantes sus pechos colgantes como ramas de olivos silvestres a cualquier transeúnte, con verla me basta- le dije disimulando mis avideces por aquella golondrina de la isla.

- ¿Con que desperdiciando a esa moza? mírala como presume sus caderas, ¡alborotándome! Ella será mi dulce bienvenida ¡Ubaldo me voy a derrochar vino!
Atilio salió a toda prisa, era evidente que pasaría una noche placentera con ella.

Lucca me pide un imposible que induzca a este impío, por el buen camino ¿acaso es un niño para tomarlo de la mano y llevarlo donde se me antoje?, no sé quién será más tonto si él por irse con la primera que se cruza en su camino, o este triste pintor que disimula las mañanas viendo de reojo a la bella Antonelli.

Pasaron los meses haciéndose notorio el libertinaje de Atilio, las mujeres caían rendidas ante su galantería, damas de alta alcurnia le ofrecían llevárselo a Francia y Florencia, pero El Rialto lo había atrapado con el vicio del recreo, con las cortesanas que cada noche sin poseer un céntimo, se divertía sin costo alguno.
Por mi parte, me habia convertido en el encubridor de sus fechorías sexuales permitiendo que llevase dos damiselas al rincón de mi fogata, lo consentía pues disfrutaba escuchar los escandalosos gemidos que entraban por mi ventana.



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